En este contexto, las universidades refuerzan la dimensi�n de utilidad o funci�n social, intentando dar respuesta a dos retos principales: facilitar el acceso de la poblaci�n a una educaci�n superior de calidad y apoyar al tejido socioecon�mico para afrontar las nuevas reglas de competitividad internacional derivadas de la globalizaci�n. La Sociedad del Conocimiento necesita ciudadanos con un alto nivel formativo e instituciones capaces de generar saber y transferirlo a la sociedad eficazmente. Entonces, las preguntas son: �Cu�l es la respuesta de la universidad? �Es suficiente? �Puede hacerlo sola? �C�mo hacerlo mejor?
Para contestar a estas cuestiones, debemos analizar la funci�n educativa, la funci�n investigadora y el problema de la innovaci�n productiva, teniendo en cuenta las l�neas de trabajo de alta responsabilidad que aparecen en el horizonte universitario en el futuro inmediato.
Por lo que se refiere a la funci�n educativa, la formaci�n universitaria espa�ola ha alcanzado en las �ltimas dos d�cadas tasas de matriculaci�n y graduaci�n equivalentes a las de los pa�ses m�s desarrollados y socialmente eficientes. Este dato es importante si se tiene en cuenta que, en el �ltimo a�o, se han recortado en torno a 300 millones de euros, un 5% menos, en un contexto en el que s�lo se invierte en torno al 1,1% del PIB, mientras la media de la OCDE es del 1,5%. A pesar de todo ello, la universidad espa�ola ha puesto en marcha el reto del Espacio Europeo de Educaci�n Superior, cumpliendo su compromiso como pa�s en Europa.
En el �mbito de la investigaci�n, la producci�n cient�fica espa�ola es la novena mayor del mundo. Espa�a genera el 3,4% de la producci�n global. Dos tercios de esta producci�n cient�fica es generada en las universidades. Es un resultado m�s que notable si consideramos que Espa�a s�lo invierte en I+D+i un 1,38% de su PIB, muy lejos del 2,3%, que es la media de la OCDE. Ello revela una eficiencia extraordinaria: con poco, hacemos mucho. Con estos resultados el Sistema Universitario Espa�ol se sit�a entre los cuatro m�s productivos en ciencia. Y nos indica que disponemos de la materia prima b�sica para afrontar los retos: el talento. Con este potencial humano cabe esperar que si se aumentara la inversi�n, se traducir�a en un importante salto adelante que ubicar�a claramente a Espa�a entre los pa�ses l�deres en la escena internacional.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que no se trata s�lo de producir investigaci�n, sino adem�s de innovar, es decir, de transferir los resultados al tejido socioecon�mico para hacerlo m�s competitivo. Aqu� tenemos un evidente tal�n de Aquiles: siendo la novena potencia cient�fica, Espa�a apenas alcanza el puesto 42 en el ranking mundial de competitividad. El reto de la innovaci�n exige esencialmente la inversi�n de las empresas en I+D+i y la potenciaci�n de modelos de transferencia del conocimiento que sean m�s �giles y flexibles y permitan la colaboraci�n de todos los actores, es decir, mejorar la cultura innovadora.
Por tanto, es crucial no s�lo mantener o incrementar la inversi�n en investigaci�n globalmente, sino en especial aumentar la participaci�n privada en la misma y mejorar los sistemas de transferencia de conocimiento para potenciar la innovaci�n, y as� ganar competitividad y asegurar el empleo cualificado y el bienestar social. Esta apuesta debe ser estrat�gica y socialmente prioritaria. Hay un dato incuestionable: s�lo aquellos pa�ses que invierten al menos el 1,7% de su PIB en I+D+i muestran �ndices de competitividad adecuados para afrontar el reto del crecimiento econ�mico y la creaci�n de empleo.
Y la inversi�n debe venir acompa�ada de una planificaci�n previa. Por ello, desde la CRUE acabamos de dar un paso sin precedentes con la firma de un convenio de colaboraci�n con C�maras de Comercio, para avanzar en el fortalecimiento de la transferencia de conocimientos, experiencias y habilidades entre nuestros tejidos universitario y empresarial, con el objetivo de impulsar la formaci�n, la innovaci�n y la cultura innovadora, para potenciar la competitividad que tanto necesita Espa�a. En este convenio se contemplan medidas como la conexi�n permanente entre la red de viveros para emprendedores de las C�maras y los parques cient�fico-tecnol�gicos de las universidades, la intermovilidad entre el profesorado universitario y los profesionales de los sectores productivos y de servicios, la compatibilidad entre los programas de doctorado y los contratos de pr�cticas, el dise�o de un m�ster en innovaci�n o la creaci�n del Observatorio de las demandas sociales y del sector productivo espa�ol para el acceso al empleo.
Como sociedad debemos ponernos como horizonte de referencia la Estrategia Europa 2020, que en el �mbito de la UE plantea un crecimiento inteligente, sostenible e integrador, definiendo una serie de objetivos mensurables: conseguir que el 75% de la poblaci�n de 20 a 64 a�os tenga empleo, sacar de la pobreza a 20 millones de europeos, reducir el abandono escolar a una tasa inferior al 10%, lograr que el 40% de los j�venes tengan estudios superiores completos e invertir en I+D el 3% del PIB.
Para alcanzar este horizonte, la superaci�n
del reto que supone el alumbramiento de este nuevo modelo social y econ�mico ha
de fundarse en la confianza mutua entre todos los agentes, alejada de
manifestaciones catastrofistas, la colaboraci�n estrecha en el marco de una
sociedad integral, donde todos aportemos nuestra contribuci�n a un empe�o
colectivo, que es asegurar un porvenir s�lido para nuestro pa�s y para las
j�venes generaciones."