En los museos, las obras se disponen conforme a una intencionalidad. Son los muse�logos los profesionales que desarrollan esta narraci�n. �La museolog�a es la ciencia que trata del museo y de su concepto, tiene como objeto de estudio el propio museo como instituci�n y aborda aspectos como la arquitectura del mismo, sus colecciones, su creaci�n o su contexto, de igual modo que la historia del arte hace con los artistas�, explica Garc�a Ramos, del Departamento de Historia del Arte, Arqueolog�a y M�sica de la UCO.
Esa intencionalidad narrativa se observa en el Museo Julio Romero de Torres, inaugurado en noviembre de 1931, desde su creaci�n. �Fue un memorial que su hermano Enrique organiza�, resume la investigadora. El trabajo doctoral observa que en junio de 1930, un mes despu�s de morir el pintor, se empieza a gestar un museo monogr�fico de autor en su honor. En origen, es un pabell�n del Museo de Bellas Artes que dirige el propio Enrique Romero. �Analizando los condicionantes hist�ricos, administrativos o culturales, en ese contexto de creaci�n del espacio expositivo, juega un papel important�simo la familia Romero. El padre del ambos, Rafael Romero Barros, tambi�n hab�a sido director del por entonces Museo Provincial�, afirma la investigadora.
A su muerte, buena parte de la obra de Romero de Torres queda depositada en el Museo Provincial de Bellas Artes. �Es la propia familia la que controla el legado de Julio Romero de Torres durante ese periodo de tiempo�, recuerda Garc�a Ramos, que ha rastreado archivos y hemerotecas para documentar la historia del origen de la pinacoteca personal del pintor cordob�s. La autora ha recopilado recortes de prensa de la d�cada de los a�os 30 del siglo pasado, con referencias a peri�dicos como los diarios C�rdoba, La Libertad, ABC o La Voz, y a revistas ilustradas como Blanco y Negro, Estampa o Cr�nica.
En la inauguraci�n del espacio en noviembre de 1931, el pabell�n dedicado a Romero de Torres contiene una cincuentena de obras, fundamentalmente retratos y escenas t�picas. Provienen en su mayor�a de la exposici�n que se le dedica en la casa de C�rdoba de la Exposici�n Iberoamericana de Sevilla de 1929. Otra parte llega desde su taller en Madrid. Es su propio hijo quien las empaqueta y las traslada a Andaluc�a.
En 1936, se ampl�a notablemente el espacio dedicado al pintor, consolid�ndose el proyecto museogr�fico tras la compra de un edificio contiguo al Hospital de la Caridad en la plaza del Potro. Enrique Romero, que tiene conocimiento de una reuni�n de la Oficina Internacional de Museos de la Sociedad de Naciones en Madrid en 1934, incorpora elementos entonces innovadores en la organizaci�n de estos espacios expositivos. �El discurso creado por Enrique Romero entronca claramente con el lugar, la figura y la propia obra del autor�, analiza la experta.